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“La zoofarmacognosis facilita a los animales que viven con nosotros elegir los remedios que tomarían de la Naturaleza para sanarse”, Annalisa T., terapeuta animal

Zoofarmacognosis… parece un término complicado, ¿en qué consiste exactamente esta terapia?

Los animales que viven en estado salvaje se automedican tomando determinadas plantas, raíces, algas, arcillas, etc. Son elementos que la Naturaleza les proporciona. La zoofarmacognosis aplicada sigue este comportamiento, es una terapia que brinda a los animales que viven con nosotros los remedios que ellos mismos encontrarían y elegirían en la Naturaleza para autosanarse. Les permite que elijan cuál es el remedio que más necesitan para solucionar el problema que están padeciendo.

¿Qué beneficios produce? ¿Sirve para todo tipo de enfermedades?

Los beneficios de la zoofarmacognosis se producen tanto a fisiológico, mental y emocional. En esta técnica, es el animal quien decide el elemento que necesita para cuidarse y las cantidades necesarias. La zoofarmacognosis devuelve a los animales domésticos el derecho y la posibilidad de disfrutar de los elementos presentes en la Naturaleza y a los que no siempre pueden acceder.

Suena muy bien, pero ¿realmente resulta eficaz para para problemas como alergias, miedos, insuficiencia renal o hepática….?
Esta terapia resulta eficaz para el tratamiento complementario de varios problemas de salud que pueden afectar a nuestros compañeros. No quiero entrar demasiado en temas biológicos, creo que puede ser más sencillo explicar la actividad de los elementos químicos biológicos producidos por las plantas llamados metabolitos. Los metabolitos se dividen entre primarios y secundarios. Mientras que los primeros son necesarios para el desarrollo de las plantas, para su crecimiento, para que tengan energía, etc., los secundarios juegan un papel para el mantenimiento correcto de sus funciones. Incrementan la esperanza de vida y el estado de salud general. Entre las plantas hay algunas más ricas en metabolitos secundarios y, por esta razón, son las más utilizadas en zoofarmacognosis. Aunque siempre aconsejo una visita veterinaria previa para evaluar la gravedad de la enfermedad y el tratamiento más indicado, la zoofarmacognosis ofrece armas eficaces para “luchar” contra problemas físicos y comportamentales. En cualquier caso, quiero destacar que la zoofarmacognosis no sustituye los cuidados veterinarios.

El enfoque de que el animal escoja lo que le puede sanar nos parece fantástico y realmente “natural”. Sin embargo, a los compañeros humanos les preocupan mucho dos cosas a la hora de iniciar un tratamiento para su animales: ¿Será muy caro? ¿Cuánto tiempo va a llevar?
El tiempo de cada sesión lo decide el paciente. Como nos pasa a nosotros cuando vamos a un buen médico que tiene ganas de ayudarnos y de escucharnos. Cada animal tiene sus necesidades y requiere cuidados individuales, por eso la sesión puede durar 40 minutos o tres horas. Él o ella nos sabrá contar lo que más necesita. Siempre es el animal quién decide cuánto durará la sesión y cuántas veces necesitará acudir a la terapia.

¿Qué tipo de productos naturales se emplean en zoofarmacognosis?
Se emplean aceites esenciales, aceites macerados o prensados en frío, aguas, algas, raíces, bayas, polvos, cera de abeja, tiza, etc. El animal se decide por uno u otro al olfatear, inhalar (en el caso de los aceites), ingerir o, por qué no, revolcarse en algunos de los extractos. Como dije antes, una vez elegidos se pueden aplicar también sobre la piel en caso de problemas dermatológicos.

¿Nos puedes describir en breve cómo es una sesión de zoofarmacognosis?
La sesión se puede hacer en la casa del paciente o en la consulta del terapeuta, lo importante es que el animal se sienta cómodo en el ambiente donde se desarrolla la terapia. En primer lugar se permite  que el animal “eche un ojo” a la sala de terapia que tiene que estar bien aireada y sin elementos que le distraigan. Una vez que haya tomado confianza con el nuevo ambiente, se presentan los aceites por separado y se analizan las señales que nos ofrece y que nos indican sus necesidades y preferencias. Lo mismo se hace con polvos, algas, raíces y bayas. Observando las reacciones del animal podemos determinar cuándo finalizar la sesión y definir eventuales futuros encuentros terapéuticos. Aconsejo no repetir la terapia en casa sin un buen conocimiento de la técnica y de la comunicación animal. Recuerdo que la palabra “natural” no quiere decir que se puede hacer un uso incontrolado de los productos que nos ofrece la naturaleza. Lo que puede sanar, tomado en cantidades excesivas o sin necesidad, podría llegar a ser tóxico. Los ingredientes especiales de la zoofarmacognosis son respeto y cariño, aliñados con aceite esenciales 😉

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