Tener apetito en los animales es señal de buena salud, a menos que se trate de un excesivo apetito causado por ansiedad. Por eso, si de repente, tu perro, gato o conejo no quiere comer, saltan todas las alarmas, ¿verdad? Exceptuamos, claro, a ciertos animales, que como en el caso de las personas, no se caracterizan por comer demasiado o incluso hay días que se saltan alguna comida, pero al día siguiente vuelven a comer con normalidad. Por eso, nadie mejor que tú para valorar si esa desgana por la comida es normal o no en tu animal.
En cualquier caso, los motivos por los que tu peludo no quiere comer pueden ser variados: aburrimiento por su comida o que ésta no sea de calidad (sí, puede que te gastes mucho en ese pienso “de marca”, pero ello no es sinónimo de que sea de alta calidad o no tiene los nutrientes que su organismo le está pidiendo); estrés, depresión, dolor, fiebre, parásitos internos, problemas bucales, fallos renales o hepáticos, cáncer, etc. Como verás, hay motivos tanto físicos como emocionales y su rango de gravedad es muy variado.
Una visita al veterinario es lo más recomendable para despejar dudas y atajar lo que sea lo antes posible, lo cual, es clave en cualquier enfermedad.
Como advierte la veterinaria integrativa británica Rohini Sathish: “Los gatos que sufren infecciones respiratorias no pueden oler su comida y no se detienen frente a su comedero aunque esté lleno. Por su parte, cualquier animal con una infección en la boca tratarán de comer, pero como les resulta doloroso dejarán de hacerlo”.
La prueba definitiva de que algo no va bien (no tiene por qué ser grave) es ofrecer a tu peludo un premio o una comida que sabes que le encanta, si también la rechaza, no esperes más y acude al veterinario.
Si observas que aunque tu perro, gato o conejo no quiere comer, se comporta de forma normal, es decir, que no está, por ejemplo, aletargado o ausente, no te preocupes demasiado. Es normal que un gato esté sin comer un día y un perro hasta dos días.
Si, aun así, te “tortura” que tu peludo esté ayunando, puedes tentarle como hemos dicho con un premio que sabes que le encanta o quizá simplemente baste con calentarle un poco su comida húmeda o BARF para hacerla más apetitosa si se trata de perros o gatos.
También puedes probar, en el caso de los gatos, con la hierba gatera (catnip en inglés) para que se animen, y en el de los perros, puedes añadir a su comida unas gotas de aceites ricos en Omega 3. Existen, asimismo, reconstituyentes naturales como Anima Strath, apto para gran variedad de animales.
Piensa, además, si el lugar donde tiene el comedero es tranquilo, si no, cámbialo a una parte de la casa que sea más silenciosa para que tu animal coma a gusto.
Si descartamos que la inapetencia se deba al tipo de comida, sino que puede ocultar un problema emocional, son varias las terapias naturales que pueden ayudar a solucionarlo. Por supuesto, también recomendamos seguir las pautas de un etólogo.
Las Flores de Bach ayudan a que el animal se adapte a nuevas situaciones como cambios importantes producidos en la familia, mudanzas, etc. La aromaterapia o la zoofarmacognosis aplicada, a base de aceites esenciales y vegetales, pueden hacer más fácil que supere traumas. Y técnicas milenarias como la acupuntura o el masaje TuiNa restablecen el equilibrio energético del organismo y, a consecuencia de ello, favorecer que recobre el apetito.
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